Una ciudad colonial en Jardines del Rey

El Blau Colonial no solo fue la primera instalación turística levantada en la cayería norte cubana, sino también una suerte de polígono para probar fuerza en una región que hasta entonces era considerada como virgen por la industria del ocio y donde, a la vuelta de unos pocos años, ya el país ha consolidado dos de sus polos más atractivos (Jardines del Rey y Santa María).
Conocido en un inicio como Guitart Cayo Coco (1993-1995), luego como Tryp Colonial Cayo Coco (1995-2003) y desde entonces hasta la fecha como Blau Colonial, el hotel fue oficialmente inaugurado el 12 de noviembre de 1993 por el Comandante en Jefe Fidel Castro, principal inspirador del desarrollo turístico de la zona.
En todas sus épocas el Blau, como se le conoce en los últimos tiempos, ha funcionado bajo régimen de administración mixta, explica Victoria María Acosta, actual subdirectora general.
Una ciudad colonial en el cayo
Distribuido en unas 11 hectáreas de costa con excelentes playas, el hotel presume de un atractivo especial para el visitante: sus 458 habitaciones incluidas 24 suites se integran en 23 bloques, todos con nombres de flores, que imitan una ciudad a la usanza de la colonia, con cuatro plazas cuidadosamente adoquinadas y predominio de maderas preciosas en su diseño.
A ese encanto se suman dos restaurantes tipo bufet, otros cuatro especializados, doce bares, tres piscinas y la conocida discoteca Salsa Café, todo lo cual conforma una infraestructura ideal para el turismo de familia que promocionan sus patrocinadores.
Después de casi dos décadas de uso, la instalación ha sido sometida a un profundo proceso de reparación capital que, según la subdirectora general, la devuelve como nueva para la próxima temporada alta, que se iniciará a finales de año.
-Ya prácticamente hemos concluido la remodelación de todas las habitaciones, incluidas las suites y lo más comprometedor que nos viene quedando es la piscina de agua dulce-, confirma Victoria María, una de los 45 fundadores que se mantienen en el hotel.
Canadá, Cuba y Argentina son, por ese orden, los países que más visitantes aportan al Blau. Sus autoridades reconocen el alza creciente del mercado nacional. A pesar de la lejanía de los centros poblacionales en tierra firme, sumó en el primer semestre del 2011 más de 5 000 turistas por día.
De esa cifra dan fe las estadísticas oficiales del MINTUR y también los cocteles que ha tenido que preparar Omar Rodríguez, cantinero del Acuabar Caney, uno de los puntos preferidos por los turistas del patio.
El Blau y su gente
La gente que mueve el Blau Colonial llega a diario desde Ciego de Ávila, Morón, Ciro Redondo y sus alrededores, después de vencer a veces hasta más de 100 kilómetros de distancia entre sus lugares de residencia y la instalación.
Tenemos un colectivo muy estable, hoy estamos prestando servicios con 167 trabajadores nada más explica la subdirectora general, pero en temporada alta podemos llegar hasta 300, sin deteriorar los indicadores económicos.
En la preparación del personal ha sido decisivo el papel de la Escuela de Hotelería y Turismo, de Morón, y de la Universidad avileña Máximo Gómez Báez, desde que el boom de la cayería cambiara la rutina en una región que hasta entonces dependía casi únicamente del cultivo de la caña de azúcar.
Gracias a esa transfiguración llegó al cayo hace 18 años Edeivis Martín, la muchacha que preparó a la carrera aquellas tres habitaciones el 12 de noviembre de 1993, sin saber que Fidel Castro en persona estaría en ellas apenas unas horas más tarde.
De una hornada más reciente, Juan Carlos Ramírez, graduado en el 2008 de la Licenciatura en Turismo y actual especialista en calidad, no disimula sus preferencias por una instalación en la que, según él mismo reconoce, echó raíces desde aquellos días de practicante inexperto en el Blau Colonial, para muchos, la ópera prima de los cayos del norte de Cuba.
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